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elaboran duelos por otro tipo de pérdidas (afectivas, materiales
o espirituales). Creo que es importante empezar por saber que el
duelo no es una enfermedad en sí mismo. Sin embargo, a pesar
de esta certeza, podemos observar los siguientes datos: 90% de
las personas sufren trastornos del sueño durante el duelo, 50%
padecen seudoalucinaciones auditivas o visuales, 35% dicen
tener algunos síntomas similares a los que condujeron al
fallecido a su muerte, 10% de los parientes más cercanos y
amigos íntimos enferman gravemente durante el primer año de
duelo. Los suicidios y las muertes por accidentes son 14 veces
más frecuentes entre los que han sufrido en el último año la
pérdida de un ser querido que en la población general. Todos
los que atraviesan un cambio importante están obligados, a
pesar de sus turbulentas emociones, a adaptarse en varios
niveles, reorganizando los sistemas de comunicación con el
mundo (ya no está el otro para hacerlo), ajustando las reglas al
funcionamiento del sistema (nada es igual, todo ha cambiado) y
redistribuyendo los roles que antes estaban asignados de una
manera ahora impracticable (de algunos me haré cargo
personalmente y de otros deberá ocuparse alguien más), como
condición para entrar en algún momento a la nueva realidad (la
vida "sin"). Estos datos por sí solos nos obliga a darnos cuenta
de cuán necesarios somos para nuestros amigos que se
encuentran elaborando un duelo.. Si bien la mejor herramienta
para esta ayuda es el amor, cuánto mejor será nuestra
presencia y acompañamiento si además de nuestros
sentimientos y cuidados, fuéramos capaces de aportar la
comprensión adicional que nos da tener algún conocimiento de
lo que está sucediendo dentro del que pena y alguna
herramientas para aliviar su dolor. Para poder acompañar
saludablemente a un familiar o amigo que ha perdido algo o a
alguien valioso es posible hacer muchas cosas, pero es
necesario dejar de hacer algunas otras. Transcribo aquí abajo
una pequeña lista incompleta de algunas premisas importantes
Tener en cuenta las actitudes que no ayudan. 1.. No le digas
que lo comprendes si no pasaste por una situación similar. 2..
No hagas lo que hace la gente "porque es lo que se acostumbra"
3.. Decidite ayudar hasta donde tu corazón te pida y no hasta
donde tu cabeza te exija. Nunca hagas lo que no querés hacer.
4.. No intentes buscar una justificación a lo que ha ocurrido. 5..
No te empeñes en animarlo ni tranquilizarlo, posiblemente lo
que más necesita el otro es que lo escuches. 6.. No le quites
importancia a lo que ha sucedido hablándole de lo que todavía
le queda. 7.. No intentes hacerle ver las ventajas de una nueva
etapa en su vida. No es el momento. 8.. Evita las frases hechas.
La incomodidad nos mueve a recurrir a expresiones que no
ayudan para nada: "Tenés que olvidar" "Fue mejor así" "Dejó de
sufrir" "El tiempo todo lo cura" "Mantenete fuerte por los niños"
"Es la voluntad de Dios" "Es la ley de la vida" Dejar que se
desahogue. Sentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia o el
miedo frente a la muerte de un ser querido es el mejor camino
que existe para cerrar y curar la herida por la pérdida. Estás
equivocado si pensas que dejarlo llorar no sirve más que para
añadir dolor al dolor. Estás equivocado si creés que ayudar a
alguien que sufre es distraerlo de su pesar. Es mediante la
actualización y la expresión de los sentimientos que la persona
en duelo se puede sentir aliviada y liberada. No temas nombrar
y hablar de la persona fallecida por miedo a que se emocione. Si
llora, no tenés que decir o hacer nada en especial, lo que más
necesita en esos momentos es tu presencia, tu cercanía, tu
compañía y tu afecto. Tampoco temas llorar o emocionarte con
su llanto. No hay nada de malo en mostrar tu pena, en mostrar
que a vos también te afecta lo que ha pasado, en mostrar que te
duele ver a tu amigo o familiar en esa situación. Lo que más
necesita el que está de duelo, por lo menos en estos momentos,
es una oreja para poder hablar, un espacio para sentirse débil y
un hombro para llorar. Esta es quizás la premisa más
importante para recorrer el camino de las lágrimas con un ser
querido: NUNCA interrumpas la expresión del dolor. Mucha
gente corta intencionalmente las expresiones emocionales del
otro con una supuesta intención de protegerlo de su sufrimiento
pero ocultando (a veces sin siquiera saberlo) la verdadera
intención: protegerse de sus propias emociones dolorosas.
Hablar del ser querido que ha muerto. Es imprescindible,
cuando estamos cerca, permitirle al que está de duelo que hable
todo el tiempo y todas las veces que lo necesite del difunto y
participar con naturalidad de ese diálogo. Una pareja de padres
que atendí una vez decía: "Los parientes y los amigos rehuyen
hablar o pronunciar el nombre de nuestra hija. Desvían la
conversación hacia cualquier otro tema. Tal vez tengan miedo
de alterarnos o hacernos llorar. quizás creen que la muerte de
un hijo es contagiosa. Pero ¿qué pretenden, que la olvidemos,
que no lloremos más? Hay que animarse a compartir con tu
amigo los recuerdos de la persona fallecida (ver fotos, contar
anécdotas...) Recordar a la persona amada es un consuelo para
los supervivientes. Repetir y evocar los recuerdos es parte del
camino que tienen que recorrer para sanar su herida. Procurar
el tiempo necesario para el duelo. Si no sabés qué decir, no
digas nada. Escucha, estate presente, sin pensar que tenés que
dar consejos constantemente o estar levantando el ánimo. No
palmees su espalda mientras le decís que tiene que
sobreponerse, ya lo hará a su tiempo. El principio del camino de
las lágrimas suele ser muy acompañado, pero a poco de andar
la mayoría de los que se acercaron y prometieron seguir han
desertado. El contacto puede mantenerse de muchas maneras.
Una visita, un café, un paseo, una carta, un e-mail o una
llamada telefónica pueden romper su soledad y recordarle al ser
querido que allí estamos. Las fiestas y los aniversarios son
momentos particularmente dolorosos en los que suele ser uy
importante estar cerca de la persona en duelo. Uno de los
reclamos que silenciosamente hacen aquellos que elaboran un
duelo es: "¿Dónde está ahora, un año después, todos lo que se
ofrecieron acompañarme?". Colaborar en las tareas. Si no sabés
qué hacer, pensá en cómo podrías colaborar en algunas tareas
cotidianas. la ayuda en el papeleo puede ser la mejor manera de
dar una mano en los primeros momentos. La más desacreditada
de las ayudas y una de las más importantes es ayudar a
estableces y llevar adelante los rituales funerarios (entierro,
velatorio, avisos fúnebres), porque en momentos difíciles los
ritos son importantes. Este es unos de los roles que sólo los
amigos del corazón se atreven a desempeñar. Todas las
sociedades han desarrollado rituales (costumbres o ceremonias)
alrededor de la muerte de un ser querido. Los ritos cambian de
cultura en cultura y de tiempo en tiempo, pero su sentido es
siempre el mismo: cumplir por lo menos con cinco importantes
funciones: 1.. Preservar a los supervivientes y ayudarlos a
enfrentarse a la muerte. 2.. Mostrar la realidad de la pérdida y
la expresión pública del dolor de los familiares y amigos. 3..
Hacer conocer la pérdida al grupo social y permitir la expresión
de solidaridad y apoyo. 4.. Despedirse del muero. 5..
Reconfirmar que el grupo continúa viviendo, celebrando el
triunfo de la vida. La ayuda terapéutica. Las intervenciones
psicoterapéuticas para el duelo son variadas e incluyen terapia
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