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 Fuera quien fuese, Bennie, te ruego que le des las gracias en mi nombre.
 Estoy seguro de que �l no lo considerar�a necesario. Estoy seguro de que dir�a que
estaba actuando en bien de la Nueva Rep�blica.
 Dale las gracias de todas maneras  dijo Leia . Bien, �y qu� pasar� ahora?
 Dispones de un poco de tiempo  dijo Behn-kihl-nahm . Pero no de tanto como te
gustar�a o, probablemente, no de tanto como se necesita. Cuando el aire est� saturado de
miedo, basta con una semilla alrededor de la cual pueda empezar a solidificarse. Esto
sólo es el comienzo de los desaf�os, Leia. Y si todo sigue igual, puede que la próxima vez
no sobrevivas.
El reproductorio del virrey Nil Spaar, que hab�a sido expandido recientemente, se
hallaba situado en el nivel superior de los aposentos palaciegos y ya ocupaba diecis�is
alcobas. Salvo una de ellas, todas conten�an un recept�culo de nacimiento, flexible y f�rtil,
o un nido en fase de maduración, hinchado y fecundo.
El espacio vac�o hab�a sido ocupado en el pasado por el maranas de Kei, que hab�a
sido su primera consorte. De su recept�culo de nacimiento hab�an surgido dos apuestos
nitakkas y una robusta marasi que acabaron sucumbiendo a la muerte gris. Nil Spaar
hab�a dejado vac�a esa alcoba en se�al de respeto al lugar que Kei ocupaba como dama
de su familia, y para proporcionarle un cierto consuelo que la protegiera de la envidia que
le profesaban sus compa�eras m�s jóvenes.
El reproductorio era, tanto por dise�o como por tradición, un lugar tranquilo y
silencioso. Pero Nil Spaar hab�a ordenado que su visitante fuera llevado all�.
 As� que t� eres Tal Fraan  dijo.
 S�, darama  dijo el joven guardi�n, arrodill�ndose en se�al de sumisión.
 Lev�ntate  dijo Nil Spaar . Me han dicho que eres el arquitecto de la gran derrota
que las alima�as han sufrido en Freza.
 Me honra que el darama se haya fijado en m�  dijo Tal Fraan, y su mirada fue
velozmente m�s all� del virrey para posarse en las alcobas que hab�a detr�s de Nil
Spaar . Pero la oportunidad de obtener ese �xito fue creada por el darama con la ayuda
de nuestros constructores de naves, que nos han proporcionado unas armas tan
espl�ndidas.
 La modestia excesiva delata un c�lculo oculto, y mendiga una atención igualmente
excesiva  dijo Nil Spaar . Recu�rdalo y que eso te sirva de gu�a, si es que esperas
continuar tu r�pido progreso.
 Sólo deseo servir al darama en la noble misión de reclamar el Todo para los Puros...
 empezó a decir Tal Fraan.
Nil Spaar alzó un dedo en un gesto de advertencia.
 No te mostraste tan dispuesto a rechazar el m�rito que pudiera corresponderte
cuando el primado del Gloria te ascendió a tu nuevo rango. �Piensas acaso que me rodeo
de halagadores carentes de talento? No, no... La inteligencia me resulta mucho m�s �til. Y
t� eres inteligente, �verdad, guardi�n Tal Fraan?
 Intento no permitir que se me escapen las oportunidades, virrey.
Nil Spaar recompensó con un asentimiento de aprobación el que Tal Fraan se hubiera
dirigido directamente a �l, y despu�s giró sobre sus talones y empezó a avanzar
lentamente a lo largo de la hilera de alcobas. El olor de la sangre y el aroma de la
reproducción impregnaban la atmósfera con su tonificante potencia.
 �Y cómo se te llegó a ocurrir ese ingenioso plan que dio tan buen resultado contra
las alima�as?
 La directiva enviada por las alima�as hablaba de prisioneros  dijo Tal Fraan,
siguiendo al virrey a un par de pasos de distancia . Eso me hizo creer que pod�amos
influir sobre sus acciones utilizando esa preocupación por los prisioneros.
 Corriste un gran riesgo al renunciar a la ventaja sobre la fuerza de bloqueo con la
esperanza de atraer a sus reservas  dijo Nil Spaar, deteni�ndose y deslizando las
puntas de los dedos sobre la superficie de un recept�culo de nacimiento que ya estaba a
punto de abrirse para liberar a su carnada . Ese plan tuyo, esa preocupación por el
destino de los prisioneros que sienten las alima�as..., no habr�a detenido a unos
yevethanos. Si el plan hubiera fracasado, podr�as haber acabado perdiendo a todas tus
fuerzas.
 Las alima�as no saben enfrentarse a la muerte  dijo Tal Fraan . Sab�a que el plan
dar�a resultado.
 �Ah! As� pues, crees haber comprendido los misterios de sus costumbres lo
suficientemente bien como para arriesgar diez mil vidas en un experimento que te
proporcione la prueba de tu acierto o tu error, �verdad?
 Fue el primado quien tomó esa decisión, virrey.
 Una respuesta imprudente, Tal Fraan  dijo el virrey, volvi�ndose hacia el joven
guardi�n . �Arriesgar�as tu vida bas�ndote en alguna de esas certezas tuyas?
El joven guardi�n se removió nerviosamente, y despu�s acabó meneando la cabeza
para levantar sus crestas.
 S�, virrey.
 Excelente  dijo Nil Spaar . No puedo respetar a quien no est� dispuesto a
arriesgar su propia sangre.
Un cuidador del reproductorio se hab�a estado manteniendo discretamente alejado
durante toda la conversación. Nil Spaar se volvió hacia �l para hacerle una se�a, y el
cuidador desapareció en la antesala. Volvió unos momentos despu�s, seguido por un
nitakka preparado para el sacrificio.
 No te muevas de aqu�  le dijo Nil Spaar a Tol Fraan, y fue hacia el nittaka, que se
hab�a detenido encima de la rejilla que cubr�a el pozo de drenaje.
El joven macho sostuvo la mirada del virrey sin que en sus ojos apareciera la m�s
m�nima sombra de miedo.
 Te pido tu sangre para mis hijos  dijo el virrey en voz baja y suave.
 El darama me honra  dijo el nittaka, cayendo de rodillas . Ofrezco mi sangre como
regalo.
 Acepto tu regalo  dijo Nil Spaar. Sus garras de matar salieron de sus c�psulas y
hendieron el aire y la carne con silenciosa precisión. Mientras el sacrificio se derrumbaba
sobre la rejilla, el virrey se volvió hacia su visitante, que hab�a palidecido de repente . Yo
tambi�n te he estudiado, Tol Fraan, y tus costumbres no tienen secretos para m� dijo Nil
Spaar . De hecho, me resultan muy familiares. Contemplas lo que tengo, y te ves a ti
mismo. No, ya te he advertido... No lo niegues. Respeto la inteligencia y el coraje y, por
encima de todo, respeto el �xito. Te mantendr� aqu�, a mi lado, para que me sirvas. Si
comprendes la oportunidad que se te ofrece, obtendr�s grandes beneficios de ella.  Nil
Spaar sonrió . Y si no sabes servirme adecuadamente, entonces prestar�s un �ltimo
servicio a mis nuevos hijos.
 S�  dijo el teniente Davith Sconn, dando una calada a su cigarrillo de hierbas
hoatianas y dejando escapar una nub�cula de humo. La brisa que soplaba a trav�s del
patio norte del Centro de Detención de la isla de Jagg disipó el humo y se llevó consigo el
acre olor de las hierbas . He estado en N'zoth.
 He le�do la transcripción del interrogatorio al que le sometió el examinador del
Servicio de Inteligencia que vino a verle hace unos meses  dijo Leia . En su evaluación
final el examinador dec�a que, en su opinión, usted sólo estaba intentando obtener favores
invent�ndose cosas..., y que sab�a que no pod�amos confirmar o refutar lo que nos dijera. [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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