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 Somos de una blandura insoportable, Man�. Consentimos a cada instante que
la realidad se nos huya entre los dedos como una ag�ita cualquiera. La
ten�amos ah�, casi perfecta, como un arcoiris saltando del pulgar al me�ique.
y el trabajo para conseguirla, el tiempo que se necesita, los m�ritos que hay
que hacer... Z�s, la radio anuncia que el general Pisotelli hizo
declaraciones. Kaputt. Todo kaputt. �Por fin algo en serio�, piensa la chica
de los mandados, o �sta, o a lo mejor vos mismo. Y yo, porque no te vayas a
imaginar que me creo infalible. �Qu� s� yo dónde est� la verdad? Solamente
que me gustaba tanto ese arcoiris como un sapito entre los dedos. Y esta
tarde... Mir�, a pesar del fr�o a m� me parece que est�bamos empezando a
hacer algo en serio. Talita, por ejemplo, cumpliendo esa proeza
extraordinaria de no caerse a la calle, y vos ah�, y yo... Uno es sensible a
ciertas cosas, qu� demonios.
 No s� si te entiendo  dijo Traveler. A lo mejor lo del arcoiris no est�
tan mal. �Pero por qu� sos tan intolerante? Viv� y dej� vivir, hermano.
 Ahora que ya jugaste bastante, ven� a sacar el ropero de arriba de la
cama  dijo Gekrepten.
 �Te das cuenta?  dijo Oliveira.
 Eh, s�  dijo Traveler, convencido.
 Quod erat demostrandum, pibe.
 Quod erat  dijo Traveler.
 Y lo peor es que en realidad ni siquiera hab�amos empezado.
 �Cómo?  dijo Talita, ech�ndose el pelo para atr�s y mirando si Traveler
habla empujado lo suficiente el sombrero.
 Vos no te pong�s nerviosa  aconsejó Traveler. Date vuelta despacio,
estir� esa mano, as�. Esper�, ahora yo empujo un poco m�s... �No te dije?
Listo.
Talita sujetó el sombrero y se lo encasquetó de un solo golpe. Abajo se
hab�an juntado dos chicos y una se�ora, que hablaban con la chica de los
mandados y miraban el puente.
 Ahora yo le tiro el paquete a Oliveira y se acabó  dijo Talita
sinti�ndose m�s segura con el sombrero puesto . Tengan firme los tablones,
no sea cosa.
 �Lo vas a tirar?  dijo Oliveira . Seguro que no lo emboc�s.
 Dejala que haga la prueba  dijo Traveler. Si el paquete se escracha en
la calle, ojal� le pegue en el melón a la de Gutusso, lechuzón repelente.
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 Ah, a vos tampoco te gusta  dijo Oliveira . Me alegro porque no la
puedo tragar. �Y vos, Talita?
 Yo preferir�a tirarte el paquete  dijo Talita.  Ahora, ahora, pero me
parece que te est�s apurando mucho.
 Oliveira tiene razón  dijo Traveler . A ver si la arruin�s justamente
al final, despu�s de todo el trabajo.
 Pero es que tengo calor  dijo Talita  . Yo quiero volver a casa, Man�.
 No est�s tan lejos para quejarte as�. Cualquiera creer�a que me est�s
escribiendo desde Matto Grosso.
 Lo dice por la yerba  informó Oliveira a Gekrepten, que miraba el
ropero.
 �Van a seguir jugando mucho tiempo?  preguntó Gekrepten.
 Nones  dijo Oliveira.
 Ah  dijo Gekrepten . Menos mal.
Talita hab�a sacado el paquete del bolsillo de la salida de ba�o y lo
balanceaba de atr�s adelante. El puente empezó a vibrar, y Traveler y
Oliveira lo sujetaron con todas sus fuerzas. Cansada de balancear el paquete,
Talita empezó a revolear el brazo, sujet�ndose con la otra mano.
 No hag�s tonter�as  dijo Oliveira . M�s despacio. �Me o�s? �M�s
despacio!
 �Ah� va!  gritó Talita.
 �M�s despacio, te vas a caer a la calle!
 �No me importa!  gritó Talita, soltando el paquete que entró a toda
velocidad en la pieza y se hizo pedazos contra el ropero.
 Espl�ndido  dijo Traveler, que miraba a Talita como si quisiera
sostenerla en el puente con la sola fuerza de la mirada . Perfecto, querida.
M�s claro, imposible. Eso s� que fue demostrandum.
El puente se aquietaba poco a poco. Talita se sujetó con las dos manos y
agachó la cabeza. Oliveira no ve�a m�s que el sombrero, y el pelo de Talita
derramado sobre los hombros. Levantó los ojos y miro a Traveler.
 Si te parece  dijo . Yo tambi�n creo que m�s claro, imposible.
�Por fin�, pensó Talita, mirando los adoquines, las veredas. �Cualquier
cosa es mejor que estar as�, entre las dos ventanas.�
 Pod�s hacer dos cosas  dijo Traveler . Seguir adelante, que es m�s
f�cil, y entrar por lo de Oliveira, o retroceder, que es m�s dif�cil, y
ahorrarte las escaleras y el cruce de la calle.
 Que venga aqu�, pobre  dijo Gekrepten . Tiene la cara toda empapada de
transpiración.
 Los ni�os y los locos  dijo Oliveira. [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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